DIÁLOGOS CON MI PULPO
LOS ESCRITOS DE DISCÓBOLO
—Hola, Discóbolo. Me he enterado que has abierto un blog.
—Hola, Pulpo. ¿Lo has leído?
—Por eso vengo a verte, para decirte que tú mismo te crees tus mentiras. Me parto contigo.
—La cantidad de tiempo que he perdido tratando de darte educación... ¿cómo te atreves a hacer una afirmación así y a qué mentiras te refieres?
—He hablado con alguien que te conoce bien y dice que todo lo que escribes es mentira. Empezando porque tu infancia no fue dura porque eres hijo único de una familia adinerada y jamás has estado en un colegio interno.
—Es verdad, soy hijo único e irrepetible, pero con cinco hermanos.
—Lo de París del 68 y Estrasburgo es otra milonga: lo más lejos que has ido ha sido a Alicente. Así que eso de que has estado en Mozambique y en Vietnam como mercenario es otra pinochada, como la de que has estado en La Legión: te libraste de la mili por pies planos.
—¿Qué pretendes? ¿Provocarme?
—No, simplemente desenmascararte. Que dejes de engañar a la gente.
—No engaño a nadie, sólo escribo y cada cual es libre de creer lo que quiera, pero, para tu información te diré que he sentido la mordedura de una serpiente y la de una bala.
—Sería cuando estuviste en la cárcel, jajajaja. Esa cicatriz es de un drenaje de alguna operación, que tienes el cuerpo con más costuras que el peluche de una niña pobre.
—Bueno, Pulpito, no voy a contarte a ti mi vida, pero los cirujanos no abren por la derecha y drenan por la izquierda.
—Ya te has quedado sin argumentos. Tú ni has pisado Francia y mucho menos África: para ti tus viajes más largos eran a la ribera del Manzanares, donde me encontraste. Además, te has convertido en un “mantequilla”, y con la edad te has ido amariconando.
—La única asociación de ideas que hago con la palabra “mantequilla” es “El último tango en París”, pero es posible que tengas razón, aunque aún soy capaz de hacerme un Pulpo a la gallega en tiempo récord.
—Va a haber que ir pensándose en salir por piernas.
—Pues, hala, hasta otra.
—Ciao, Disco.
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