NIRVANA
Aquel hombre acababa de atravesar la franja de tiempo angustioso y desesperante que precede a la muerte, y ahora que se encontraba sumergido en un estado de paz y quietud infinita, con su mente vagando por aquel mar de armonía y bienestar. Se negaba a abandonar aquella sensación tan agradable que jamás había sentido.
De pronto, las imágenes de su vida empezaron a correr, en lo que a él le pareció un segundo, como si se tratara de una película a cámara rápida y donde él era el único espectador y el principal protagonista. En ese corto período de tiempo pudo observar los momentos más importantes vividos en sus casi noventa años: desde su nacimiento, su primera comunión; su primer amor, con el que nunca llegó a casarse y con el que recordó lo fuerte que le latió el corazón la primera vez que pudo besar sus labios; sus primeras experiencias sexuales, etc. Después aquella maldita guerra y los años posteriores que partieron su vida…, su boda, el nacimiento de sus hijos, de sus nietos… En fin, un buen tomo de experiencias acumuladas.
“Me estoy muriendo —pensó—, esto lo he leído y oído muchas veces; ahora vendrá el paso por el túnel con la luz al fondo”. Y así sucedió: empezó a sentir que se deslizaba por un túnel en el que al final veía una luz, a la que deseaba llegar pronto porque el recorrido le producía cierto desasosiego. Al llegar a la claridad, después de abandonar la angostura del túnel, se llevó una gran sorpresa. Empezó a oír gritos, sintió cómo le cogían de las piernas y un fuerte dolor en sus nalgas. Quiso gritar y oyó su voz como el llanto desesperado de un bebé.
“¡Dios mío!, no me estoy muriendo, estoy naciendo. Mi mente se encuentra dentro del cerebro de un bebé. ¿Quiénes serán mis padres? A pesar de que hablo tres idiomas y comprendo otros tres, no entiendo lo que dicen, sus voces están distorsionadas; tampoco veo con claridad, sólo veo a mi alrededor gigantescas figuras difuminadas, moviéndose al tiempo que organizan un gran revuelo; debe ser que mis sentidos aún no están formados. Esto quiere decir que la reencarnación existe, pero aquí ha debido haber un fallo, porque yo no he pasado por ningún estado de nirvana: recuerdo todo. No quiero dejar de pensar. No quiero olvidar nada. Quiero crecer con mis recuerdos para comunicar al mundo cómo funciona el ciclo vital. ¿Qué sexo tendrá el bebé? ¿Y si es mujer? ¿Será, si fuese chica, la respuesta a la homosexualidad?... Porque a mí me gustan las mujeres. Menudo trauma sería tener la regla. ¡Qué cantidad de preguntas y divagaciones se acumulan en mi mente! No puedo controlar mi cuerpo, no puedo moverme. Tengo que calmarme y tener paciencia…, tengo que pensar con serenidad, si no acabaré volviéndome loco”.
Pero quizá no haya habido ningún fallo; quizá los siguientes meses se conviertan en lo que él llama nirvana, y sea ése el tiempo que le quede para olvidar que no se muere, que se vuelve a nacer.
0 comentarios