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LOS ESCRITOS DE DISCÓBOLO

Ciencia (¿ficción?)

EL PODER DE LA MENTE

EL PODER DE LA MENTE

 

 

Hubo una época de mi vida en la que, a raíz de una experiencia de percepción extrasensorial fortuita, sentí un gran interés por la parapsicología y adquirí bastantes libros que trataban sobre el tema, entre los que destacaba la Enciclopedia de las Ciencias Ocultas y la Parapsicología, de ocho tomos, y me convertí en un gran conocedor de los fenómenos paranormales.

 

Llevé a cabo muchos experimentos, bueno llevamos, porque yo embarcaba a mis amigos en mis historias, unos con más éxito que otros, desde la oui-ja a las megafonías, pasando por la escritura automática, para la que me fabriqué un artilugio especial. Pero de todos ellos, del que guardo mejor recuerdo fue de uno que consistía en que cuatro personas, valiéndose de un solo dedo elevaban una silla con una persona sentada hasta la altura de la cabeza (una levitación con cierta ayudita) para lo que había que estar muy concentrados.

 

Vinieron a cenar a casa dos matrimonios amigos, y después de la cena nos pusimos manos a la obra. Primero elevamos a una mujer de poco peso, y, admirados por el resultado, decidimos repetir el experimento, pero esta vez haciendo que se sentara en la silla la persona más corpulenta de las que estábamos en el salón de mi casa, individuo de casi 90 kilos.

 

 

Cuando la silla se encontraba a la altura de 1,5 m, a mi amigo Manolo, que era el que estaba sentado en la silla, se le escapó un pedo que, aunque lo intentó, no pudo ahorcarlo. La mujer, que también estaba en el experimento, muy discreta ella, soltó una carcajada y un grito: “Manolo, ¿qué haces?”. Todo el disimulo de los restantes no valió para nada porque empezamos a reírnos, perdimos la concentración, la silla se cayó y el golpetazo en el suelo fue tremendo para el que estaba sentado.

 

 

KAFKA vs AZIMOV

KAFKA vs AZIMOV

 

De repente se despertó sobresaltado, echó los pies fuera de la cama, se calzó las zapatillas y se colocó el batín. Mientras se dirigía hacia el baño bostezaba, llevando su mandíbula al límite de la luxación. Con los ojos casi cerrados se detuvo frente al espejo y, de pronto, un gemido de terror se ahogó en su garganta. Se frotó fuertemente los ojos y volvió a abrirlos, pero aquella imagen seguía en el espejo. Evidentemente era él, pero con el aspecto que tenía veinticinco años atrás. Muy nervioso, se desprendió del batín y de la chaqueta del pijama y observó que sus músculos estaban tensos, marcados, había desaparecido la adiposidad de su cuerpo e incluso sus sienes canosas habían vuelto a recobrar su color negro original.

 

Estuvo un buen rato frente al espejo, mientras por su cabeza pasaban miles de pensamientos, algunos sin sentido. Pensó que ésta era su edad real, que el ser mayor debía haber sido un sueño, y corrió a su cartera a mirar su DNI. Allí pudo ver su foto, con sus canas, sus entradas y su fecha de nacimiento, que correspondía a un hombre de cuarenta y siete años.

 

De repente pensó en su hijo de veintiún años, se dirigió a su habitación y lo encontró dormido plácidamente. Estaba a punto de volverse loco y le horrorizaba la reacción de su mujer, pero armándose de valor se dirigió al dormitorio, encendió la luz de su mesita de noche, y tuvo la segunda sorpresa del día: su mujer, sumergida en un sueño profundo, tenía el aspecto de una chica de veinte años, metida en un pijama de una mujer de cuarenta y cinco años, generosos en carnes. Volvió a apagar la luz, la despertó con mucha delicadeza y empezó a contarle lo que había sucedido:

 

Cariño, algo raro ha debido suceder esta noche en esta habitación.

 

Por favor, déjame dormir, es muy temprano.

 

A ella parecía que no le había afectado la historia, o que ni siquiera le había oído. Él la zarandeó con violencia y entonces la mujer notó el cambio que había experimentado su cuerpo. Se levantó deprisa y se dirigió al baño a contemplarse en el espejo. Al contrario que su marido, ella empezó a dar gritos de felicidad y a reírse como una posesa... estaba encantada con su nueva figura.

 

Pero, mujer, ¿te has vuelto loca la actitud de su mujer lo desquiciaba. ¿No te das cuenta que no somos nadie? Nadie nos reconocerá, no me aceptarán en mi trabajo, tendremos problemas en el banco, con la policía... muchos problemas.

 

¿Recuerdas anoche, cuando regresábamos a Madrid después de cenar en Aranjuez? Aquella luz que vimos en el cielo, que yo decía que era un OVNI y tú que un avión..., pues nos han abducido y nos han regresado veinticinco años.

 

No digas más tonterías, estoy pensando en suicidarme.

 

Creía que iba a sufrir un infarto cuando un timbre molesto, monótono y repetitivo lo devolvió a la verdadera realidad. Se sentó con un movimiento brusco en la cama, encendió la luz de su mesita de noche y contempló a su mujer que le daba la espalda. Fue entonces cuando su corazón empezó a latir con fuerza mientras un sudor frío empapaba su frente.

 

 

 

EL PODER DE LA MENTE

EL PODER DE LA MENTE

 

Hubo una época de mi vida en la que, a raíz de una experiencia de percepción extrasensorial fortuita, sentí un gran interés por la parapsicología y adquirí bastantes libros que trataban sobre el tema, entre los que destacaba la Enciclopedia de las Ciencias Ocultas y la Parapsicología, de ocho tomos, y me convertí en un gran conocedor de los fenómenos paranormales.

Llevé a cabo muchos experimentos, bueno llevamos, porque yo embarcaba a mis amigos en mis historias, unos con más éxito que otros, desde la oui-ja a las megafonías,  pasando por la escritura automática, para la que me fabriqué un artilugio especial. Pero de todos ellos, del que guardo mejor recuerdo fue de uno que consistía en que cuatro personas, valiéndose de un solo dedo elevaban una silla con una persona sentada hasta la altura de la cabeza (una levitación con cierta ayudita).

Vinieron a cenar a casa dos matrimonios amigos, y después de la cena nos pusimos manos a la obra. Primero elevamos a una mujer de poco peso, y, admirados por el resultado, decidimos repetir el experimento, pero esta vez haciendo que se sentara en la silla la persona más corpulenta de las que estábamos en el salón de mi casa: mi amigo Jose, individuo de casi 90 kilos.

Cuando la silla se encontraba a la altura de 1,5 m, a mi amigo Manolo, que era uno de los que elevaba la silla con su dedito, se le escapó un pedo que, aunque lo intentó, no pudo ahorcarlo. La mujer, que también estaba en el experimento, muy discreta ella, soltó una carcajada y un grito: “Manolo, ¿qué haces?”. Todo el disimulo de los restantes no valió para nada porque empezamos a reírnos, perdimos la concentración, la silla se cayó y el golpetazo en el suelo fue tremendo para el que estaba sentado.

 

 

 

C L O N A C I Ó N

C L O N A C I Ó N

 

CLONACIÓN

 

Opino que todo lo que el hombre imagina es capaz de realizarlo; sólo necesita dinero para las investigaciones y, sobre todo, tiempo. Se han realizado estudios y logrado inventos que han conseguido, entre otras cosas, anular nuestra capacidad de asombro.

 

En una de las ciencias que más se ha progresado ha sido en la Genética, desde que se logró descifrar el genoma del homo sapiens. Leyendo sobre el tema, y como el imaginar es libre y gratis, mientras por mis ojos iban pasando palabras como manipulación genética, ADN, secuencias genéticas, clonación, etc., al mismo tiempo mi cerebro iba creando una película en la que la ciencia ya había avanzado lo suficiente como para clonar a personas con la misma facilidad que hoy se determina el ADN de alguien.

 

Se podría clonar a cantidad de santos, de los cuales tenemos algunas reliquias; políticos importantes (no estoy pensando en nadie en concreto, así que no os asustéis); hombres de ciencia, mentes privilegiadas que nos han dejado y que, con los medios científicos que hoy día poseemos, serían muy beneficiosos para la Humanidad, aunque no sé si en un entorno distinto sus mentes responderían de igual forma.

 

Pero, sobre todo, partiendo de los restos de sangre depositados en la Sábana Santa, suponiendo que sea auténtica, podría clonarse al mismo Jesucristo, aunque creo que esto que estoy escribiendo ya es un sacrilegio para los cristianos. También pienso que las clonaciones sólo podrán ser físicas, porque somos nuestra educación y nuestro entorno, especialmente en nuestra infancia, que es el período que nos marca.

 

 

 

NIRVANA

NIRVANA

Aquel hombre acababa de atravesar la franja de tiempo angustioso y desesperante que precede a la muerte, y ahora que se encontraba sumergido en un estado de paz y quietud infinita, con su mente vagando por aquel mar de armonía y bienestar. Se negaba a abandonar aquella sensación tan agradable que jamás había sentido.


De pronto, las imágenes de su vida empezaron a correr, en lo que a él le pareció un segundo, como si se tratara de una película a cámara rápida y donde él era el único espectador y el principal protagonista. En ese corto período de tiempo pudo observar los momentos más importantes vividos en sus casi noventa años: desde su nacimiento, su primera comunión; su primer amor, con el que nunca llegó a casarse y con el que recordó lo fuerte que le latió el corazón la primera vez que pudo besar sus labios; sus primeras experiencias sexuales, etc. Después aquella maldita guerra y los años posteriores que partieron su vida…, su boda, el nacimiento de sus hijos, de sus nietos… En fin, un buen tomo de experiencias acumuladas.


“Me estoy muriendo —pensó—, esto lo he leído y oído muchas veces; ahora vendrá el paso por el túnel con la luz al fondo”. Y así sucedió: empezó a sentir que se deslizaba por un túnel en el que al final veía una luz, a la que deseaba llegar pronto porque el recorrido le producía cierto desasosiego. Al llegar a la claridad, después de abandonar la angostura del túnel, se llevó una gran sorpresa. Empezó a oír gritos, sintió cómo le cogían de las piernas y un fuerte dolor en sus nalgas. Quiso gritar y oyó su voz como el llanto desesperado de un bebé.


“¡Dios mío!, no me estoy muriendo, estoy naciendo. Mi mente se encuentra dentro del cerebro de un bebé. ¿Quiénes serán mis padres? A pesar de que hablo tres idiomas y comprendo otros tres, no entiendo lo que dicen, sus voces están distorsionadas; tampoco veo con claridad, sólo veo a mi alrededor gigantescas figuras difuminadas, moviéndose al tiempo que organizan un gran revuelo; debe ser que mis sentidos aún no están formados. Esto quiere decir que la reencarnación existe, pero aquí ha debido haber un fallo, porque yo no he pasado por ningún estado de nirvana: recuerdo todo. No quiero dejar de pensar. No quiero olvidar nada. Quiero crecer con mis recuerdos para comunicar al mundo cómo funciona el ciclo vital. ¿Qué sexo tendrá el bebé? ¿Y si es mujer? ¿Será, si fuese chica, la respuesta a la homosexualidad?... Porque a mí me gustan las mujeres. Menudo trauma sería tener la regla. ¡Qué cantidad de preguntas y divagaciones se acumulan en mi mente! No puedo controlar mi cuerpo, no puedo moverme. Tengo que calmarme y tener paciencia…, tengo que pensar con serenidad, si no acabaré volviéndome loco”.


Pero quizá no haya habido ningún fallo; quizá los siguientes meses se conviertan en lo que él llama nirvana, y sea ése el tiempo que le quede para olvidar que no se muere, que se vuelve a nacer.


ESCRIBIR BIEN

ESCRIBIR BIEN

Escribir bien, en contra de lo que piensan algunos, es fundamental. Pero la virtud, como siempre, no está en los extremos, y yo diría que prefiero leer un mensaje lleno de faltas ortográficas que uno escrito con el diccionario de sinónimos y antónimos encima de la mesa del ordenador, siempre que dicho mensaje exprese algo con interés para los que lo leen. Veamos algunos ejemplos de ambos extremos:

 

“Hacía un día extraordinario, excelente, singular, sorprendente, prodigioso y asombroso, y aquel hombre que caminaba por la calle llevaba un gabán estrafalario, estrambótico, grotesco y chocante...”, lo podíamos cambiar por “hacía un día estupendo y aquel hombre que iba por la calle llevaba un abrigo ridículo...”, sin más. Y esto sin meternos en textos que ni el que los ha escrito se ha enterado de lo que quería decir.

 

Ahora veamos el uso erróneo de comas, tildes y faltas ortográficas: Es muy conocida la anécdota de la sentencia que dice: “Resultando que no, se le condena a muerte”, suprimir esa coma supone salvarte de la silla eléctrica, por ejemplo.

 

Otro caso puede ser el de la frase: “Un beso dulce, amor”. Así escrito el beso es el dulce, pero si ponemos la coma detrás de beso, el dulce es el amor.

 

En relación a la tilde, todos sabemos que no es igual “un examen de inglés” que “un examen de ingles”.

 

Yo soy un ignorante en gramática, por eso me gusta escribir palabras como “endibias”, porque, como es correcta con be y con uve, no corro el riesgo de equivocarme.

 

Y, para terminar, quisiera que algún erudito de los que puedan leer este blog me ayudara a terminar esta frase: “Llevaba una vaca encima de la baca de mi coche. Al derrapar en una curva se cayeron las dos.... ¿vacas?, ¿bacas?”