JUSTOS POR PECADORES
A veces pienso, cuando puedo pensar, en pasajes de mi vida, en pequeños detalles que me sucedieron, en frases que oí, sobre todo de mi madre, sabia mujer donde las hubiese. Siempre tenía la frase precisa, el refrán adecuado…
Anoche, en el insomnio provocado por algo que no viene a colación, se me vino a la mente la frase tantas veces oída de boca de mi madre que, en las innumerables ocasiones que mi familia pasó dificultades, sobre todo durante mi más tierna infancia, ella decía sin cesar: “No preocuparos, que Dios aprieta, pero no ahoga”, o aquella otra de “Dios proveerá”, y que se fueron cumpliendo, yo creo más por la evolución de la vida y porque los hermanos empezamos a crecer y a aportar un sueldo a casa que por mediación divina…, o vaya usted a saber
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Y yo, que en infinidad de ocasiones he puesto en duda la bondad de Dios, su misericordia, su sabiduría y justicia, e incluso su misma existencia, me hago las siguiente reflexiones: ¿Qué criterio ha seguido para apretarme? ¿No se ha dado cuenta de que al apretarme a mí, también lo hace con mi familia, con mis amigos? Y pienso que esta reflexión la harán millones de personas que lo estén pasando mal.
Posiblemente haya hecho daño a alguien, aunque considero que jamás ha sido intencionadamente, pero de lo que estoy seguro es de que mi familia no tendría por qué pagar mis errores, si es que esto se trata de un castigo por los errores cometidos. Así que si es verdad que esto es obra de un Dios, le pido que sea justo, que afloje un poco la mano y que no se cumpla la frase que decía mi madre de que “no nos mande Dios lo que podamos resistir”.
Escrito antes del traslante.
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Marisa -