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LOS ESCRITOS DE DISCÓBOLO

COLEGIO (Parte 5 , final)

COLEGIO (Parte 5 , final)

 

Pues bien, terminó el curso, y con la maleta preparada me fui al despacho del director a recoger mis 5.000 pesetas. Por mi cabeza habían pasado miles de cosas que podíamos hacer con aquel dinero. Llegué al despacho, pedí permiso para entrar y le dije al director que venía a recoger mi premio.

 

Él, casi sin mirarme a la cara, me dijo:

 

—Mira, en este colegio hay muchos huérfanos de militares y el Ejército paga muy poco, así que ese dinero, como tú formas parte del colegio, lo considero ganado por el colegio y nos dará suficiente para reponer el déficit que arrastramos.

 

—Ese dinero es mío, me lo ha concedido a título personal el Ministerio, y si no me lo da usted, me lo está robando.

 

—¿Cómo te atreves a decirme eso? Estás expulsado del colegio, así que, si quieres, para conservar la beca, puedes pedir plaza para el año que viene en los salesianos de Sevilla.

 

Cogí un crucifijo que había en la mesa, y con la peana, que era de bronce, le di un golpe en la cara con toda mi fuerza y con toda mi rabia y empezó a sangrar por los dos orificios de la nariz y por un corte que le produje en la parte lateral de la nariz (seguramente llevaría la marca hasta el día de su muerte). Mientras gritaba e intentaba parar la hemorragia con un pañuelo, yo cogí mi maleta y salí de allí a toda prisa.

 

No me dirigí a la estación de autobuses, sino que cogí un taxi que me llevó hasta la primera parada del autobús, y una vez dentro, me senté al lado de la ventanilla y ni me movía. A la altura de Benalmádena paró el autobús y subió un guardia civil. A mí me temblaba todo el cuerpo y me arrimé a la señora que ocupaba el asiento continuo al mío. El guardia civil, después de echar una mirada (yo me hacía el dormido), se bajó del autobús y éste ya no paró hasta llegar a Algeciras.

 

No me sentí seguro hasta que pasé la frontera.

 

Después, mi padre, no se atrevió a denunciar, imagino que trasladarse a España y enfrentarse a un juicio estaba muy lejos de su presupuesto. No estaban los tiempos, en ningún sentido, como para poner una denuncia a un cura, por más señas director de un colegio que, encima, había sido agredido.

2 comentarios

Discóbolo -

Espera que lo piense.... Ah, sí, creo que una.

Un beso.

Q -

Me chifla leerte ¿Te lo he dicho alguna vez?