D I V A G A C I O N E S
Me estoy mirando las rayas de la palma de la mano y no consigo descifrar nada. La raya llamada “de la vida” la tengo larga, casi me llega a la muñeca, pero un poco antes se parte en dos; en fin, que la quiromancia no es lo mío.
Y es que hay veces y en determinadas circunstancias en las que uno se agarraría a un clavo ardiendo para salvarse, y no es el miedo, lo juro: es el querer adelantarme a lo desconocido. Creo que los humanos tenemos una lucha contra la genética, contra nuestra memoria colectiva como Humanidad a través de los siglos y milenios, y digo memoria colectiva, que no histórica, que no está la cosa como para gilipolleces mañaneras.
Estuve leyendo algo que, dentro de mi ignorancia, lo había barruntado. Resulta que el miedo, asco o aversión que tienen las personas a algunos animales (serpientes, ratas, cucarachas, arañas, etc.) es consecuencia de episodios sufridos por nuestros antepasados. Por ejemplo, las arañas y las serpientes eran bichos capacitados para subir a los árboles donde dormían los primeros humanos (monos) para, como se diría hoy, dar por culo al personal. Ese temor se ha ido transmitiendo de generación en generación y aún hoy nos queda la reminiscencia.
También la mayor religiosidad de unos pueblos sobre otros es cuestión de genética. La predisposición a creer en dioses o negarlos, a matar y morir por ellos, a ignorarlos... Pero no tenemos nada que nos diga cómo es el paso de la vida a la muerte; o de la muerte a la vida, como afirman algunos.
Y eso es lo que causa temor: la ignorancia, el no saber qué te vas a encontrar, si es que encuentras algo, porque por mucho que se tenga una fe, una creencia en algo, siempre te queda la duda de cómo será, y viceversa: he visto muchos ateos “convencidos”, agarrarse a un crucifijo para recibir la extrema unción in artículo mortis (a punto de morir).
He empezado hablando de quiromancia y he terminado haciendo conjeturas divagantes. Espero que lo mío no sea genético por el bien de mis descendientes.
0 comentarios