C O N S E J O S
Dice un refrán que cuando el demonio no tiene nada que hacer, con el rabo mata moscas, vamos, como la vaca lechera. Y es que el aburrimiento es muy jodido para quien lo padece, y aquí nadie puede aconsejar a nadie lo que tiene que hacer para no aburrirse, porque lo que a usted le quita el aburrimiento a mí me lo produce en mayor escala. Cada persona es un mundo y cada cual se divierte de forma distinta, influyendo en el comportamiento de cada uno muchos factores, como educación, edad, sexo, complexión física, etc.
Tampoco los consejos que solemos dar sin que nadie nos los pida, y aunque lo hagamos con la mejor de nuestras intenciones, son igual de válidos para todos. A pesar de que hay algunos que a todo el mundo les pueden venir bien, yo alucino cuando oigo consejos sobre medicamentos, que quien da el consejo lo hace porque a alguien conocido por él le ha venido de perillas.
—Si te duele el estómago, por la mañana te tomas un omeprazol-20 y por la noche un almax, que una cuñada de la sobrina del yerno del primo de la mujer de Ricardo estaba que no se podía mover del dolor y ahora está como nueva.
Pero no le dice que antes compruebe si es alérgico o no al omeprazol, no se le vaya a quedar el cuerpo con más granos que una paella. A mi mujer la tuvieron que ingresar porque se tomó un calmante que contenía codeína y ella, sin saberlo, era alérgica a ese componente. La consejera, en este caso, fue la farmacéutica, y es que hasta el mismo médico te pregunta:
—¿Es usted alérgico a algún componente del flumil, del lexatín, de la simbastatina o de la viagra?
—Vamos a empezar diciendo que no tengo ni idea de los componentes de ningún medicamento. Lo único que puedo decirle es que jamás he sufrido un episodio alérgico.
Y como si no hubiese oído nada, te rellena las recetas que a él le parecen bien. Después, si vuelves a consulta convertido en un pitufo, te dice tan pancho que la dosis de viagra (vi-agra = viejos-agradecidos) era un pelín alta.
Peores son los psicólogos por afición. Su ilusión es encontrar a alguien con una enfermedad severa, para empezar la conversación con la frase: “tú lo que tienes que hacer es…”; el resto depende del pseudo psicólogo. El remate es, y lo sé por experiencia, cuando alguien es intervenido quirúrgicamente. Una gran parte de las visitas que recibe le cuentan casos de primos, sobrinos, cuñados y otros más en los que el cirujano se dejó dentro las tijeras, las gasas, un bisturí o un cenicero y lo tuvieron que volver a abrir.
O, aún peor, aquel que parecía que estaba tan bien y amaneció muerto; el que se quedó tonto con la anestesia o al que fue a operarse de piedras en los riñones y le amputaron un pie.
La mayoría no somos sensatos, y sólo, creo yo, que conservando una simple conducta se arreglaban estas cosas:
Primera: Que todo es relativo (la relatividad);
Segunda: Dejar los consejos a los profesionales.
0 comentarios