DIÁLOGOS CON MI PULPO
PULPO CHATERO
— Hola, Discóbolo, buenos días.
— ¿Qué historia me vas a contar hoy, Pulpito?
— He aprendido a chatear y, sin pretenderlo, me he convertido en el contertulio preferido de las damas.
— ¿De todas?
— Sí, verás: como sabes, soy un pulpo de agua dulce, vivo en el río y me deslizo a través de las tuberías invadiendo los hogares donde haya alguna mujer sentada frente a un ordenador. Una vez dentro de sus casas me apodero de su alma, de su mente y de su cuerpo. A veces pienso que mi actitud no es correcta, que no me pertenecen, pero… ¿qué quieres que haga?, tengo lo que he bautizado como cibercarisma.
— Tú lo que tienes es una imaginación fabulosa para inventarte historias en las que siempre eres el héroe y tu cibercarisma sólo existe en tu mente.
— Es evidente que me tienes envidia, Discóbolo. Pero no te preocupes, te enseñaré mis refinadas tácticas de seducción. La primera es decirles lo que ellas quieren oír: a las feas, guapas; a las guapas, inteligentes; a las tontas, listas; a las inteligentes, paletas. Claro que para esto hay que ser un gran psicólogo, cosa que está muy lejos de tus posibilidades. Además, mentir, siempre mentir. Yo en el chat puedo ser alto, moreno, ojos verdes… siempre dependiendo del gusto de mi poseída.
— No puedo dar crédito a lo que oigo. ¿Cómo puedes ser tan machista? ¿Cómo menosprecias la inteligencia de las mujeres? ¿No te has enterado que estamos en el siglo XXI y son mayoría en las universidades? Lo único que falta oír de ti es que eres también racista.
— Pues lo soy, no quiero ver un calamar ni en pintura.
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