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LOS ESCRITOS DE DISCÓBOLO

DIÁLOGOS CON MI PULPO

DIÁLOGOS CON MI PULPO

LA ESTATUA DE FRANCO

 

—Hola, Pulpito, ¡qué mala cara traes hoy!

 

—No me hables, Discóbolo, vengo de la manifestación en contra de la retirada de la estatua de Franco.

 

—Ah, pues yo lo veo muy bien, esa estatua del Dictador no pinta nada delante de los Ministerios, ni en ningún sitio. Sólo trae malos recuerdos de una etapa negra de nuestra historia.

 

—Pero negra o blanca, es nuestra historia. ¿O tenemos que cargarnos todo lo que nos recuerde malas etapas?

 

—Mira, Pulpito, esa estatua se puso ahí porque lo ordenó el señor que mandaba entonces, y nadie protestó. Ahora se quita porque lo ordena el señor que manda, así que no sé por qué protestas.

 

—No se puede olvidar la Historia, buena o mala, así que si se quita esa estatua deberían quitarse la de tantos reyezuelos que exprimieron al pueblo, empezando por los Reyes Católicos, sus ascendientes y descendientes.

 

—No exageres, Pulpito, con esos reyes que tú dices, España llegó a ser el Imperio más grande de la Tierra.

 

—Sí, a costa de la sangre de los españoles. Así que si empezamos a quitar estatuas y símbolos que recuerden malos tiempos para los españoles, puedo darte una lista.

 

—Empecemos por el Valle de los Caídos, Pulpito.

 

—Estupendo, Discóbolo, y, por poner sólo dos ejemplos: los romanos nos invadieron, destruyeron nuestra cultura, asesinaron, violaron, hicieron esclavos y toda clase de barbaridades. Los árabes no se quedaron atrás. Así que destruyamos todo lo que nos lo recuerde, cualquier vestigio de su paso por España, incluidos el acueducto de Segovia, la mezquita de Córdoba, la Alhambra de Granada, etc. Y puestos a olvidar lo nefasto de nuestra Historia, olvidemos a la Santa Inquisición, así que fuera todo lo que nos lo recuerde: iglesias, catedrales, monasterios...

 

—Esto es diferente, Pulpo, muchas personas damnificadas siguen vivas.

 

—Pues nada, que sigan con homenajes a los camaradas que daban los paseíllos a los que después fusilaban, que todos sus damnificados están muertos y además eran menos españoles, y que borren todo lo que recuerde a Franco: que dinamiten los pantanos, hospitales, carreteras, universidades, etc., construidos bajo su mandato; que anulen la validez de los títulos universitarios, los permisos de conducir que se otorgaron desde 1939 a 1975, e incluso los matrimonios que se celebraron en ese período.

 

—Pulpito, se te nota mucho que hoy no has recibido tu dosis de metadona.

 

—Menos mal que aún queda gente honesta consigo misma. Sin ir más lejos, una amiga me ha comunicado que en Santander hay una plaza que la llaman la “Plaza de los seis huevos”, donde aún no se ha quitado la estatua de Franco montado a caballo. Los “seis huevos” se reparten así: dos, del caballo; dos, de Franco, y dos, del alcalde que no permite que la tiren.

 

—Vete ya, Pulpito, y cuidado no pierdas el carné de facha.

 

 

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