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LOS ESCRITOS DE DISCÓBOLO

SOLDADOS DE FORTUNA

SOLDADOS DE FORTUNA

 

El jefe de aquel nutrido grupo de mercenarios daba las últimas instrucciones antes de comenzar la acción de desalojar a los guerrilleros de aquel poblado, donde habían conseguido hacerse fuertes y establecer su base de operaciones:

 

“Revisad el armamento y la munición, y ya sabéis: primero disparar y después preguntar. No quiero ningún tipo de sorpresa, sobresalto ni imprevisto. Dentro de una hora llegará el ejército regular y no debe encontrar ninguna resistencia. Mañana, los periódicos hablarán de su proeza, pero eso a nosotros nos da igual, lo único que nos interesa es llenar los bolsillos a tope. Con tres misiones más nos podremos retirar a vivir tranquilamente en la civilización.”

 

No era verdad. No se puede vivir tranquilamente. En tu interior sabes que por cada cuerpo que cae, por cada hombre al que le quitas la vida, matas un trozo de la vida de sus seres queridos. Estás en una guerra que no te incumbe, matando hombres que no te han hecho nada, y eso, tarde o temprano, se paga.

 

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