RAZONES PARA NO SER DE IZQUIERDA
Cuando era joven y empecé a enterarme de lo que era la política, a veces hablaba del tema con mi padre.
—Papá, creo que defiendes a la derecha porque “te tocó” en su bando, pero he oído que no hay nada más tonto que un obrero de derechas.
—Mira, hijo, es todo lo contrario. A ti qué más te da que el dueño de tu empresa se traslade en un Mercedes mientras tú lo haces en un SEAT. ¿O prefieres que vaya en zapatillas y tú descalzo? Lo que mejor funciona es el capitalismo. Gente que expone su dinero, para ganar más, sí, pero con eso consigue que los que han nacido sin un duro tenga la oportunidad de progresar en la vida, con su esfuerzo, naturalmente. Por favor, no seas nunca un tonto útil.
Naturalmente yo no me creía nada. Pensaba que eran unos explotadores y habría que quitarles el dinero por la fuerza y repartirlo. Todos hemos nacido de la misma forma y no tendría que haber diferencias.
Bueno, el mensaje no trata de ser un mitin político a favor de ninguna tendencia, que a estas alturas he comprendido que la única ideología es mantenerse en el poder a costa de lo que sea para seguir engordando la cuenta bancaria particular.
Pues ahí van mis razones particulares para no ser de izquierda:
Mi madre fue adoptada. Recién nacida fue depositada en un convento que había en Ronda, ciudad donde ella nació. Después de la Guerra Civil, cada vez que ella demandaba sus papeles para saber quiénes eran sus padres, le daban la razón de que no sabían nada. Una vez, ya incluso yo casado, se me infló la vena de la mala leche y me fui a Ronda. La Congregación de monjas que en su tiempo tenía el convento es ahora la que regenta un hospital, y allí me dirigí acompañado de mi mujer. Me recibió la Madre Superiora y simplemente me dijo: “El archivo de la Congregación fue quemado por los rojos durante la Guerra”. Las tripas se me revolvieron y me pregunté: “¿Por qué?; ¿por qué se fue a la tumba preguntándose durante ochenta y cinco años quiénes fueron sus padres genéticos y el motivo de su abandono?”.
Cuando era yo aprendiz había un oficial que se jactaba de haber quemado muchas iglesias de Ronda, haber fusilado a más de un cura y haber sacado los santos en procesión: los de yesos los tiraban por el Tajo y los de madera los quemaban para hacer fuego para la Intendencia.
Cierto día, su hijo sufrió una peritonitis brutal, hasta tal punto que el cirujano, viendo la cantidad de sangre que perdía y la escasa disponibilidad de ese grupo en el hospital, y viendo la imposibilidad de que la operación tuviese éxito, decidió no operarlo. El padre del chaval se dirigió a la iglesia y llevó consigo al párroco al hospital, quien convenció al cirujano para que lo operase. “Yo buscaré donantes de sangre, aunque tenga que visitar uno a uno a todos los habitantes de la ciudad. Si de todas formas va a morir, a ver si usted puede hacer un milagro”. Y lo hizo: el chico se salvó.
Desde aquel día, no hubo Rosario de la Aurora, Vía Crucis, Novena a No Sé Quién, o cualquier acto religioso que el “quemaiglesias” no estuviese allí de rodillas y con los brazos en cruz, y si era andando, con su velita en la mano y cantando el “Salve Madre”.
Otro motivo son los “camaradas” de CC.OO. y UGT. Un montón de años luchando y bastantes juicios, todos a mi nombre como demandante contra el Ministerio, pero cuando los enlaces consiguieron que los retiraran de talleres y les dieran un despacho, se acabó la lucha. Encima, aguantaron estoicamente que les llamáramos de todo, incluso a sus madres, y eso que las señoras no tenían culpa.
Otro de los regalitos de los sindicatos de izquierda fue que los profesionales queríamos poder presentarnos a los exámenes para acceder a la categoría de profesores, cosa que sólo podían hacer los chavales que tenían el título de Maestría (a los que enseñábamos nosotros), título de nueva creación y, por tanto, que carecíamos de él. Como siempre, fui yo quien pidió audiencia con el ministro de Educación, con la idea de que la ley incluyera un apartado que hiciese posible nuestra presentación. No me recibió, lo hizo el secretario del subsecretario (casi el bedel). Y el tío (del PP por más señas) me dijo que me recibía por cortesía y educación, y me enseñó un documento donde los sindicatos habían firmado que para acceder a los exámenes de profesor era necesario estar en la posesión del título de maestría (que se impartía en la escuela donde los profesores éramos nosotros). Ante este documento firmado por los “camaradas” a cambio de no sé qué, me la tuve que envainar y para casa.
Tengo más razones para no ser de izquierdas, pero no quiero exponerlas por no hacerme pesado con un mensaje demasiado extenso, pero quiero deciros también que hay otras tantas razones para no ser de derechas. Es muy difícil encontrar políticos decentes, que trabajen por lo que pregonan: por el pueblo, así que, se escoja la opción que se escoja, y mientras no se hagan unas leyes duras contra la corrupción, será muy complicado conseguir políticos honrados. El castigo debe ser superior al daño ocasionado, en la mayoría de los casos económico, porque si no es así, seguirá siendo rentable delinquir y la prueba la tenemos en muchos municipios y a la cabeza de ellos el de Marbella donde han desaparecido miles de millones de euros y las fianzas para salir de la cárcel son ridículas.
En otra ocasión daré algunas razones para no ser de derechas.
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