NO EN MI NOMBRE
¿Qué pasa con nuestros soldados en Afganistán? ¿Por qué el PSOE no convoca manifestaciones en contra de la guerra? Allí también hay guerra, aunque los guerrilleros tengan menos medios que los irakíes, y de vez en cuando hacen cosas, como derribar helicópteros, para intentar echar a los invasores de su país. Los militares muertos en Afganistán superan en ocho veces a los muertos en Irak. ¿Por qué el Gobierno actual ha triplicado el número de efectivos españoles en ese país? ¿Por qué Zapatero no hace como en Túnez, que pidió a todos los países que se retiraran de Irak?
Muchas preguntas con respuesta para tontos útiles: “Esta guerra sí es legal”. ¿Puede ser una guerra legal?
Y ahora nos querrán vender la moto del “accidente”. Y no, señores, yo no me lo trago, porque sé cómo son los helicópteros Cougar HT-21, que van provistos de dos motores de turbina con más de 2.000 caballos cada uno, que pueden volar perfectamente con un solo motor, en caso de que uno fallara; que los pilotos, que siempre van dos más un mecánico, son muy expertos.
Por eso tampoco me creo que el segundo helicóptero tuviese que hacer un aterrizaje forzoso si no es porque estuviese siendo atacado desde tierra.
Y pienso también que ya está bien de “misiones humanitarias” donde mueren nuestros militares: el Ejército no es una ONG.
LA MISMA PIEDRA
En plena guerra de Israel contra Hezbolá, a nuestro presidente no se le ocurre otra “gracia” que ponerse el cuello el pañuelo palestino (kafiya).
A los dos días, y antes que la ONU haga ningún tipo de declaración, se ofrece para enviar mil soldados españoles a la zona del conflicto. Pero lo extraño es que el jefe de la oposición le dé automáticamente su apoyo sin que antes se haya debatido en el Congreso las condiciones de todo en las que se van a encontrar nuestros soldados en el Líbano, sobre todo las de seguridad.
¿Cree usted, señor Zapatero, que España es una superpotencia, al igual que Estados Unidos, que debe tener sus tropas en todas partes del mundo?
Donde hacían falta los soldados fue en los incendios de Galicia, pero allí llegaron tarde, pocos y con pocos medios.
Y, claro, que vayan preparando las medallas para los que regresen en cajas de pino, porque eso lo arregla todo.
Por todo esto, ahora soy yo el que grito: “No en mi nombre”.
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