E N V I D I A
Al paso de mi morena
la envidiaron los jarales,
los verdes cañaverales
y hasta la linda azucena.
De su belleza serena
se enamoró un ruiseñor;
y con su trino mejor
y el ardor que lo envolvía
entonó una melodía
para declarar su amor.
En su vuelo un milano,
al cruzarse en su camino,
se lamentó de su sino
por no haber nacido humano.
La brisa besó su boca,
el aire peinó su pelo
y las aves, en su vuelo,
acariciarla querían,
pero al ver que no podían
lloraban con desconsuelo.
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