"NASÍA PARA KAPÁ"
La pared del salón de la moza en cuestión
Anoche fui a visitar
a mi mujer preferida,
de todos muy conocida,
feminista radical,
talibán sindicalista,
enamorada de Marx.
Nos pusimos a cenar,
y antes de irnos a la cama
ella se quiso duchar.
Y yo, con mi caradura,
miré por la cerradura
aquel cuerpo sensual.
Cuando se quitó el vestido
me quedé tan sorprendido,
yo diría anonadado.
Tenía, de lado a lado,
entre el pubis y el ombligo,
un letrero tatuado.
Aquel letrero decía,
con muy mala ortografía:
“Nasía para kapá”.
No me quiero ni acordar
que aún me tiemblan las canillas
y me cuesta respirar.
Sentí temor angustiado
de ver mi escroto cortado
por su tijera afilada,
o quizá por las espadas
samurais con que adornaba
la pared de su morada.
Corrí hacia el ascensor,
pero, antes que viniera,
bajé por las escaleras,
escalones, dos a dos,
hasta meterme en mi coche
que no quería arrancar.
Es que no podía pensar,
y con tanta agitación,
quise arrancar el motor
con la llave del buzón.
En menuda situación
me metí yo por salido.
Ahora estoy arrepentido
y me he dicho: “por mi bien,
me quedo con mi mujer,
no lo dudo ni un momento,
porque estoy viejo y cansado
y no quiero un escarmiento”.
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